Enterramiento de los reyes de Aragón

Enterramiento de los reyes de Aragón
Sepulcro de los reyes de Aragón, en el monasterio de Poblet

jueves, 28 de julio de 2011

La flor de lis

El rey de Francia, reunido con caballeros de la Orden de San Luis,
 se aprecia el manto del monarca y los cortinajes con el sembrado de las flores de lis
 propias de la realeza francesa.


 
LA FLOR DE LIS
Los origenes de la flor de lis
La flor de lis, bautizada en el reino de Francia, con el nombre de “Fleur-de-lis”, o “”Fleur-de-Lys”, llamada en España por algunos autores Flor de Francia, es la representación de la flor del lirio en forma artificial, formada por un pétalo central acabado en punta y dos laterales de forma curva acabados también en punta, cogidos o atados por una anilla que deja ver la parte inferior de los pétalos.
Existe la leyenda sobre esta figura, en la que un ángel le regaló a Clodoveo, rey de los Meronvigios, un lirio de oro, como símbolo de su conversión al cristianismo. Algunos autores aseveran que los lirios le mostraron al rey de los merovingios el camino para vadear un río y ganar la otra orilla, pudiendo así ganar la batalla de Tolviae, en el año 946, las tropas merovingias la adoptaron como señal.
Lo cierto es que todo puede quedar en una mera leyenda más, como tantas otras que existen sobre los hechos de armas. Según parece en el siglo XII, el rey Luis VII, fue el primer monarca galo que incorporó la flor de lis en sus armas reales, adoptándola como emblema propio y en siglo XIII, según algunos heraldistas franceses, fue incorporada a los estandartes, insignias, mantos, coronas y todo lo relacionado con la heráldica de la realeza francesa. Ante la necesidad de identificación en las batallas, el rey Edmundo IV, estableció con muy buen acierto el “Colegio Heráldico de Francia”, fundado para supervisar y establecer unas normas sobre los derechos de los escudos de armas e insignias, poniendo orden a la anarquía de insignias y blasones de adopción. Según un tratado de heráldica inglesa los lirios de Francia fueron sembrados en el escudo en el año 1376, año en que se redujeron en 3, puestos 2 y 1, es decir en el lenguaje heráldico, bien ordenados. 

El rey de Francia representado en el Armorial Ecuestre
 del Toisón de Oro.

Adopción de la flor de lis en los escudos
Es una de las figuras más generalizada de la heráldica francesa, adoptada como emblema soberano de los reyes de Francia y del estado francés, al igual que en España se eligió como emblema el león por el reino de León, el castillo por Castilla, las cadenas de Navarra o los cuatro palos del reino de Aragón. También es una de las piezas más generalizadas en la heráldica europea, encontrándose escudos de armas en casi todos los países europeos, de influencia francófona, excepto los países como Alemania, Austria y Polonia, que incorporaron muy poco en sus escudos la flor de lis francesa.

Flor de lis de Florencia
Cruz florenzada reproducida en un edificio renacentista
 de la ciudad de Florencia. S. XV.


Como figura heráldica, existen variantes como la flor de lis de Borgoña, variante de la flor de lis gala, ésta es representada con los pétalos cerrados, señal heráldica de los Duques de Borgoña o la florenzada la cual es abierta con todos sus pétalos dejando ver sus pistilos, fue emblema del antiguo reino de Florencia y de la ciudad del mismo nombre en la actualidad. Quizá por mimetismo el rey don Sancho de Navarra por los años 1023, instituyó la Orden Militar de los Lirios, en honor de la Virgen Inmaculada en defensa de la fe católica. Poniendo por divisa, dos ramos de lirios atravesados y en medio la imagen de la Anunciación a María.

 La flor de lis en la Corona de Aragón
En la Corona de Aragón fruto de la unión de otros reinos, la señal heráldica por antonomasia fue y en la actualidad todavía lo es los cuatro palos de gules, sobre campo de oro. En Catalunya se nombran erróneamente “barras”, heráldicamente es incorrecto, sí es preceptivo nombrarlo como en el reino de Aragón “palos”. Debo decir, que existen escudos en iglesias, monumentos civiles, escudos labrados con dos palos, o tres incluso, posiblemente en la primera época de la creación de la Corona, fueran dos, o su uso fuera aleatorio, introduciéndose posteriormente como norma los cuatro palos, que hoy en día conocemos.

Escudo de Blanca de Anjou, esposa del rey Jaime II, Conde de Barcelona y Rey de Aragón.
 Labrado en el muro izquierdo del presbiterio de la capilla real de Santa Agata, situada en el palacio
 de los Condes de Barcelona y Reyes de la Corona de Aragón.

Capilla Real de Sant Agata, en el Palacio de los Condes de Barcelona
 y Reyes de Aragón. S. XIV.
  
También la flor de lis se introdujo en la heráldica aragonesa, catalana y valenciana, aunque predominaron como figuras el castillo, los leones rampantes, los grifos en menor medida y las lunas, o en Aragón la encina, como señales de conquista de las nuevas tierras conquistadas a los moros.El uso de la flor en la composición de los escudos medievales en tierras aragonesas, catalanas y valencianas y posteriormente las Baleares, no fue muy significativo, salvo en algunas familias nobles de mercenarios, recién venidas del reino de Francia, tomaron parte en las conquistas del rey Jaime I el Conquistador, años más tarde por enlaces de las grandes familias de la alta y baja nobleza, con otras de origen francés se incorpora esta flor, a partir del siglo XVI donde se conocen linajes que en su diseño heráldico emplean esta flor en sus cuartelados, también como brisura, fruto de sus enlaces con familias francesas o flamencas. El diseño empleado y el trazado de la flor de lis en Francia y España, experimentó al compás de los criterios artísticos de las épocas una clara evolución en su primitivo trazado medieval hacia formas más acordes con la naturaleza, por ejemplo en el Renacimiento su uso fue más elaborado que el medieval, introdujo cambios en su trazado y dibujo y encuentra su espíritu en la Naturaleza. En el barroco se halla en todo su esplendor con formas bellamente armoniosas en su elaboración, aunque un poco sobrecargadaen su forma, apartándose del espíritu renacentista que le imponía una armonía natural.

J. Sanz