Enterramiento de los reyes de Aragón

Enterramiento de los reyes de Aragón
Sepulcro de los reyes de Aragón, en el monasterio de Poblet

viernes, 5 de agosto de 2011

El Águila en las armerías

Águila bicéfala de Austria, en el tímpano del Ayuntamiento de la ciudad austríaca de Innsbruck.



EL AGUILA HERÁLDICA


El águila como figura heráldica
Encarnada como reina de las aves por su fortaleza y vigor, con una vista muy peculiar, fue insignia en diferentes naciones del mundo desde la antigüedad. También lo es en España, simbolizada en el águila de San Juan, representada con las alas ligeramente extendidas, la cabeza rodeada de aureola, cola semiesparcida, mirando a la diestra. También es el símbolo de los Estados Unidos de América, su águila es de color marrón con la cabeza y la cola blanca, alas abiertas y alzadas, picada, membrada y armada de oro, sujetando con la garra diestra un ramo de laurel y con la siniestra trece flechas de plata, con las cabezas de oro, el pecho cargado con un escudete de plata, con seis palos de gules y el jefe de azur, sujetando con el pico la divisa: “Epluribus unu”, de oro. Austria aún conserva su águila heredada de los Habsburgo, es bicefálica de color sable, coronada, picada, membrada y armada de oro, con la lengua de gules, asiendo con su garra diestra la espada y el cetro, y con la siniestra la bola del mundo, figura heráldica también del antiguo Imperio Austrohúngaro.

Escudo real antiguo de la Corona de España,
 acolado con el Águila de San Juan

 El águila de Francia, también llamada del Imperio Napoleónico, es un diseño clásico de águila, de oro contornada, aferrando con su garra un rayo de oro. De esta figura existen infinidad de diseños y representaciones. Su uso quedó limitado sólo a lo que duró el imperio del Emperador Napoleón I

Sarcófago de Miquel Boera, con el escudo al fondo y el águila brochante sobre el todo,
en un arcosolio situado en la iglesia de Santa Ana, de Barcelona. S. XVI.
(Ver Boera o Bohera, en el “Libro de Armoria”.

El diseño del águila en los escudos
Salvo descrip­ción en contrario, su posición regular es con las alas extendi­das y levantadas, la cola baja y esparcida, a veces se presen­ta en los escudos, corona­da y otras membrada, es decir, con las extremidades de distin­to esmalte que el resto del cuerpo, con las uñas de diferente color que los miembros, siempre hay que indicar su posición ocupando gran parte del campo del escudo, en el cual se debe colocar, describiendo minuciosamente todas las características, si es exployada, bicéfala, nimbada, membrada, picada, monstruosa, membra­da, todas las variantes posibles que contenga la figura. Según los heraldistas ingleses, el pico, lengua y garras del águila, como norma en la heráldica inglesa, deben figurar de distinto color, a poder ser rojo, indicando la sangre de sus presas, norma aceptada por la casi totalidad de heraldistas mundiales. Aunque su uso en estas peculiaridades ya era empleado en Europa desde finales de la Edad Media.

Aguila imperial napoleónica, en el escudo del emperador Napoleón I.   


Su simbología
Según algunos autores, representa el símbolo de la fuerza, el reinado, la grandeza y el poder superior que está sobre todos los poderes. Simboliza también la generosidad el ánimo para cometer grandes empresas.

Los soberanos según se dice, acostumbraban a concederla a los héroes que se habían señalado en los ejércitos imperiales, y aun a éstos por partes, unos la cabeza, a otros naciente y a muy pocos entera. Quizá este último caso fuera el del militar Miquel Boera, nacido en la localidad de Sant Feliu de Guíxols, que ostentó en su blasón el águila plena, sobre el contrapalado de oro y gules, es muy posible que le fuera concedida por el rey Carlos V, que a su mando le pusó toda la armada del Mediterráneo, en su campaña de Italia, contra los franceses. En el 1543 se destacó en la defensa del Rosellón territorio también ambicionado por Francia, en aquella época el condado se hallaba adscrito a la Corona de Aragón, pero con la unificación de todos los reinos españoles, realizada por los Reyes Católicos, en el siglo XV, pasó a depender de la Corona de España. También presto grandes servicios al virrey de Nápoles, Ramon de Cardona.

J. Sanz